El
sueño abrumador me despertó, una pesadilla que me perló la mayor parte de la cara
de un sudor frío y que me obligó a abrir los ojos casi tan precipitadamente
como me paré. El horrible accidente que mis padres habían tenido se había
proyectado esa noche en mis sueños. Miré el reloj, aun con los nervios de
punta. Eran las siete con cuarenta y dos minutos. Suspiré y me levanté de la
cama, había dormido con la misma ropa con la que había llegado, así que me di
una rápida ducha y luego me cambié.
Salí a la cocina, Sharon aun no se despertaba, así que me dio tiempo de
prepararle el desayuno. Cociné un par de huevos fritos y unas salchichas con un
pedazo de tocino, luego preparé un jugo de naranja. Sharon vivirá en Venecia
pero sigue siendo americana.
-¡Mmm! ¿Qué es eso que huele tan delicioso?-salió de su habitación directo
hacía la cocina y luego me sonrió.
-Quise prepararte el desayuno-le puse el plato en el pretil.
-Aaww-exclamó-. Es maravilloso tenerte aquí.
Ambas reímos y luego nos pusimos a ingerir todo lo que había salido del sartén.
-¿Qué planes tienes para hoy?-me preguntó.
-Creí que tú ibas a hacer mi agenda de este día-dije, confundida.
La grande sonrisa de la que ella era dueña se expandió por su rostro.
-Sólo quise asegurarme de que no la hayas olvidado-rió de nuevo-. Te llevaré
por las mejores tiendas de ropa que jamás hayas visto-la emoción saltó a sus
ojos.
-Genial-musité.
Ropa. No era una adicta de la moda o algo por el estilo, por lo tanto nunca me
emocionaba tanto ir de tienda en tienda hasta encontrar el atuendo perfecto;
pero a Sharon siempre le había gustado y tenía un excelente gusto en ropa. Cada
vez que íbamos a alguna tienda, era ella la que terminaba con más de cinco
bolsas en la mano.
Hacía frío, un gélido aire vagabundeaba por la atmósfera de Venecia mientras
que mi mejor amiga y yo caminábamos por sus calles.
-¿Cómo pasó lo de Dennis? Eso jamás lo supe-me dijo y le miré extrañada-.
Quiero decir, que nunca supe cómo lo olvidaste.
-Oh, bueno, simplemente decidí superarlo y ya-me encogí de hombros y me quedé
mirando a través de una vitrina un hermoso saco café.
El reflejo de Sharon se dibujó a mi lado en el vidrio y una repentina
curiosidad vino a mí como una ola del mar.
-Dime, Sharon, ¿cómo conociste a Zayn?-musité sin mirar el rostro de ella y
fingiendo que observaba detenidamente el bello saco del aparador, nerviosa.
Algo definitivamente raro.
-En un café, un día lluvioso-suspiró como si de pronto volviera a ver el
recuerdo nítido en su mente y se perdiera en él, entonces la miré-. Se acercó y
hablamos un poco, ¡él es tan gracioso!-suspiró- Me contó que era de Arizona,
que allí había nacido y que había venido a Venecia por lo mismo que yo: olvidar
amores del pasado, sin embargo hasta la fecha no me ha dicho qué fue lo que le
pasó…-se perdió pero luego volvió a retomar el curso animoso- Luego de reírnos
un rato, me pidió mi número de teléfono y en la noche del mismo día me
llamó-sonrió-. Sólo quería desearme buenas noches-suspiró, teatralmente.
-Suena… como a un cuento-sonreí.
-Me siento como en uno-sonrió también- ¡Dios! ¡Estoy tan feliz!-me abrazó,
completamente llena de emoción; cosa que siempre hacía cuando estaba así.
-¿Cuántos años tiene?-pregunté, retirándome de su abrazo.
-Veintitrés.
-No hay mucha diferencia, tú tienes veintiuno-dije, aliviada.
-¿Sabes qué nos dicen?-inquirió, animada.
-¿Qué?
-Que somos la pareja perfecta. Que los dos estamos hechos a la medida. Que
nacimos para estar juntos-suspiró.
Estaba feliz, pero algo dentro, muy dentro de mí, se removía incómodo y
desesperado. Como una pequeña fierecilla enjaulada en lo más oscuro de una
habitación, muy lejos de la salida; pero sin embargo, deseosa de salir.
-Me alegro mucho por ti.
-¡Ya sé! Podríamos salir todos alguna vez, así te presento-comentó.
-¿Todos?...
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